
"Los padres y maestros estamos siempre educando o deseducando a nuestros alumnos/hijos, por ello es importante no dar nada por supuesto y partir de los principios elementales, válidos para la educación de nuestros alumnos/hijos".
Principios elementales para a Enseñar a Amar a Nuestros Alumnos/Hijos
Todo a su tiempo
A este principio también se le conoce como el principio de la gradualidad. Los que nos dedicamos a la educación sabemos de su importancia, pues por más que nos empeñemos, algunos conocimientos no se pueden enseñar sin que antes se hayan aprendido otros. Algunos hábitos se tornan imposibles sin la preparación previa.
Yo quiero enseñar a amar a mi hijo; así que estudiaré el mejor plan para él, en el cual pueda tener en cuenta su evolución psicológica, afectiva y personal. Es decir, cada cosa a su tiempo.
La verdad aunque cueste
Decir la verdad obliga en ocasiones, casi siempre, a leer algo más, a profundizar en los temas que nos plantean, a preguntar a otros.
En educación sólo nos sirve siempre la verdad, aunque nos cueste acercarnos a ella y tengamos que vencer otras disposiciones personales de timidez, inseguridad o poca preparación.
Planifica que algo queda
En la educación de nuestros hijos también existe un manual que es el que nosotros debemos ir escribiendo con nuestros objetivos, los medios que ponemos para conseguirlos, el tiempo que dedicamos a esa tarea, el modo en que vamos a valorar esos progresos, el momento en el que nos vamos a replantear si estamos en ele camino adecuado, etc.
Lo más fantástico de la educación es que siempre se pueden revisar las programaciones y si uno quiere suficientemente, siempre está a tiempo de empezar de nuevo.
Empezar es importante pero no basta
Después de planificar la educación de nuestros hijos, gradualmente, y siempre con la verdad por delante, cueste lo que cueste, es necesario empezar a trabajar y evaluar lo realizado, dedicando el tiempo necesario para hacerlo.
Lo sencillo no siempre es fácil, sobre todo, cuando requiere la constancia diaria para crear las condiciones familiares educativas idóneas para asegurar la formación de nuestros hijos.
Sólo lo valioso cuesta
Amar es la actividad más maravillosa y excelsa que podamos hacer los hombres, y por ser la más valiosa, es la que más cuesta.
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